Si bien con 34 años confiesa que “Entrena muchas menos horas que hace 10 años, cuando llegaba a hacer 4 horas de tenis”, el español Rafael Nadal es un cultor del trabajo duro, de practicar todo lo que haga falta para lograr los mejores resultados. Es algo que viene incorporado en su vida desde que empezó a dar sus primeros golpes de la mano de su Tío Toni. Pero claro, tanta pasión, ganas, suelen jugarle en contra como el propio tenista confesó en su biografía.
“Para mí, los entrenamientos son tan o más importantes que los partidos. Soy muy serio, eso lo saben mis amigos y familia cuando me vienen a ver, no van a encontrarme relajado. Y esas ganas, esa concentración me trajo problemas desde el principio de mi carrera, ya que los jugadores que selecciono para practicar se quejan de mi intensidad, que voy muy rápido y que a los 10 minutos están agotados. Dicen que no les doy tiempo de armar un punto, de entrar correctamente en calor. Ha sido una queja recurrente”.