Siempre lo dijo Rafael Nadal. El momento más duro de su carrera no tuvo que ver con cuestiones tenísticas o alguna lesión que lo sacó del circuito, sino un tema familiar complejo como fue la separación temporal de sus padres, pilares fundamentales en su vida.
Ya es sabido que Rafa deposita muchas emociones en su núcleo familiar y eso incoveniente lo afectó mucho en aquél 2009 tal como contó en su biografía.
“Por extraño que parezca, la nueva situación no afectó a mi juego de manera inmediata. Estaba en una racha ganadora y el empuje positivo siguió impusándome durante un par de meses. Gané en Montecarlo, Barcelona, Roma y para mi sorpresa, había también levantado el trofeo en Indian Wells. Pero no sentía júbilo en ningún momento de mis triunfos, pero mi cuerpo, seguía respondiendo de la mejor manera y como sabía hacerlo. Me sentía deprimido, me faltaba motivación. Por afuera seguía siendo una especie de maquina que jugaba al tenis, pero el hombre interior había perdido todo amor por la vida”.